La rentabilidad de cualquier negocio y también en hostelería puede ser positiva, si hay beneficios, o negativa, si no los hay. Es necesario estudiar la cuenta de resultados periódicamente, no sólo para conocer cómo y cuanto rentable es nuestro negocio, sino también para comparar diferentes periodos de tiempo. Debemos saber si este año ha sido más rentable que el año anterior, por ejemplo, o si han compensado diferentes gastos e inversiones (costes) como la contratación de nuevos trabajadores, o maquinaria…
Todos sabemos que hay beneficios cuando los ingresos superan a los gastos y se producen pérdidas si sucede lo contrario. Pero en nuestro análisis de la cuenta de resultados debemos diferenciar varios tipos de ingresos así como los diferentes gastos que implica nuestra actividad.
Los ingresos pueden ser por ventas de la mercancía que generamos con nuestra actividad o ingresos financieros, como los intereses que generan nuestros depósitos en el banco. También existen los ingresos extraordinarios, como pueden ser el cobro de una subvención o la devolución de impuestos.
Los gastos son los costes de la mercancía, los servicios exteriores (publicidad, seguros, alquileres, luz, agua…), gastos de personal (sueldos, seguros, formación, uniformes…), gastos financieros, impuestos, amortizaciones, otros costes de explotación (productos de limpieza, bombillas…).
Cuando el empresario es también trabajador de la empresa su sueldo debe ser contabilizado como un gasto y diferenciar, de este modo, el patrimonio personal del empresarial.
Teniendo en cuenta el análisis de gastos e ingresos los tipos de resultados que podemos obtener son:
Resultado ordinario: El que se deduce de la actividad propia del negocio, que se puede dividir en resultado de explotación (compra-venta de mercancías) y resultado financiero (diferencia entre ingresos financieros y gastos financieros),
Resultado extraordinario: Se obtiene por causas inesperadas tales como inundaciones, enfermedad o los ingresos por la venta de activos por precios superior al contabilizado en el balance.
Todos sabemos que hay beneficios cuando los ingresos superan a los gastos y se producen pérdidas si sucede lo contrario. Pero en nuestro análisis de la cuenta de resultados debemos diferenciar varios tipos de ingresos así como los diferentes gastos que implica nuestra actividad.
Los ingresos pueden ser por ventas de la mercancía que generamos con nuestra actividad o ingresos financieros, como los intereses que generan nuestros depósitos en el banco. También existen los ingresos extraordinarios, como pueden ser el cobro de una subvención o la devolución de impuestos.
Los gastos son los costes de la mercancía, los servicios exteriores (publicidad, seguros, alquileres, luz, agua…), gastos de personal (sueldos, seguros, formación, uniformes…), gastos financieros, impuestos, amortizaciones, otros costes de explotación (productos de limpieza, bombillas…).
Cuando el empresario es también trabajador de la empresa su sueldo debe ser contabilizado como un gasto y diferenciar, de este modo, el patrimonio personal del empresarial.
Teniendo en cuenta el análisis de gastos e ingresos los tipos de resultados que podemos obtener son:
Resultado ordinario: El que se deduce de la actividad propia del negocio, que se puede dividir en resultado de explotación (compra-venta de mercancías) y resultado financiero (diferencia entre ingresos financieros y gastos financieros),
Resultado extraordinario: Se obtiene por causas inesperadas tales como inundaciones, enfermedad o los ingresos por la venta de activos por precios superior al contabilizado en el balance.
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