Dependiendo del tamaño de nuestro negocio (comedor, cocina, empleados, público objetivo, etc.) debemos adaptar el tamaño de nuestra carta. De este modo una carta reducida nos ofrece las siguientes ventajas:
- facilita el trabajo en la cocina
- reduce el tiempo de elección al cliente
- facilita la gestión de compra y la gestión de stocks
- favorece los platos más rentables
- ventajas financieras al aumentar la rotación del stocks
Para decidir que platos incluimos en la carta debemos analizar la capacidad de la cocina y del personal para su elaboración. Analizar el tipo de cliente, según los gustos y poder adquisitivo teniendo en cuenta el precio final que vamos a cobrar por nuestros platos. Implicar al personal de
cocina en la decisión de la oferta para favorecer un buen ambiente de trabajo y que se sienta a gusto en la realización de las recetas.
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